Patrimonio · Historia
Heráldica Municipal
Trae de azur y una custodia de oro entre dos palmas de lo mismo y la Sagrada Forma de plata. En bordura de gules las cadenas de Navarra de oro, en el que aparece pintado en las vidrieras del palacio de la Diputación se han omitido las palmas. El uso de este blasón es muy poco frecuente en todo el mundo. Los de Beire lo usan en memoria del beato Paulo Mendía, hijo de la villa, que fue martirizado en Zaragoza, durante la dominación musulmana. Según don Rodrigo Ximénez de Rada, los de Beire fueron los primeros, junto con los de Olite y Tafalla, en romper las cadenas de Miramamolín en la batalla de las Navas, por lo que a la villa se le concedió el título de leal y el poder orlar su escudo con las cadenas del reino.
Historia
Desarrollado como un núcleo repoblado desde San Martín de Unx, en el año 1.212 se independiza administrativamente de él, concediéndosele el título de villa y una serie de privilegios por el valor demostrado por sus voluntarios en la batalla de Navas de Tolosa.
El rey Carlos II concedió en 1.378 el señorío perpetuo de la villa a Roger, vizconde de Castelbón, pero Carlos III atribuyó más tarde en 1391 sus rentas al Alférez Carlos de Beaumont. En 1457 el rey Juan II concedió el Señorío de Beire y San Martín, con la jurisdicción y demás derechos a mosén Bernart de Ezpeleta, donación que confirmó la princesa Leonor (1475) aunque excluyendo la jurisdicción.
Con todo, los soberanos Juan III y Catalina vincularon la villa al patrimonio de la Corona en 1510.
Tras la incorporación de Navarra a Castilla, la historia principal de Beire es la general de Navarra. En 1786 vivían unas 200 personas. En 1802 tenía molino harinero sobre el Cidacos y la gobernaban un alcalde y dos regidores, que nombraba el virrey a proposición de la villa.
En 1850 tenía escuela, dotada con 2.000 reales al año. En 1887 vivían unas 600 personas pasando a 800 en 1920. En esta década figura la villa con un convento de corazonistas, dos escuelas y dos molinos aceiteros además de aquel harinero.
Durante las primeras décadas fue uno de los pueblos que más se sensibilizó ante el asunto de las corralizas, entablando un pleito que falló en su favor en 1915.
La hermana de San Francisco Javier vivió aquí.